Villa, un joven haitiano que llegó a Tijuana hace solo 3 meses, es traductor de su familia, vive en un campamento de haitianos al sureste de esta ciudad fronteriza, 300 haitianos viven en este extenso terreno, que no pagan alquiler, acceso a luz y agua.
“Los niños como los niños chiquitos, él estaba en Brasil, él es su hermano y él también. Si como yo traduzco más, algunas veces no todo el día. Portugués, francés y casi aprendo a hablar Inglés”, dijo el pequeño.
“Me llamo Wandes Vila, soy de Haití aquí es como ayuda a entrar a la gente a Estados Unidos, ahí están las mantas cuando otra gente viene, les regalan mantas para cubrirse, ahí cocinan, acá son las gentes que se inscriben desde hace mucho tiempo, y ahí hay gente, ahí en esa cabaña que se inscribió antes, en esa casa grande también”.
Algunos haitianos llevan más de un año en esta polvorienta extensión de tiendas de campaña, y estos migrantes muchas veces salen a trabajar y regresan al atardecer, sin hablar español, es difícil vivir allí, pero están tratando de mejorar sus vidas.
“Aquí hay emigrante, a nosotros que tenemos familia es lo más importante es hablar con la madre de la Casa del Pobre, aquí 300 personas, a las 9 cerramos aquí, solamente que estén aquí dentro se quedan aquí, si viene como a las 11 o 12 no se puede entrar, nosotros queremos cruzar”, explicó Chester, otro migrante haitiano.
Otros migrantes no buscan ingresar a Estados Unidos, esperan la oportunidad de llegar hasta Canadá como Caline, han caminado mucho para llegar Tijuana.
“Tengo un año, mucho camino, mucha cosa, no sabía cuando vienen extranjeros haitianos se pasa mucha calamidad, viene de Chile, porque tengo muchos años en Chile no tengo trabajo, no tengo papeles, por eso yo deje Chile para buscar una vida mejor, todavía no llego a donde quiero llegar, también tengo enfermedad de presión alta”, dijo.
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