¿Un bolillito pal susto?

CDMX.- ¿Asustado por el sismo? Seguramente lo primero que escuchaste fue ‘ten, un bolillo pal susto’ y es que es el remedio más común cuando un evento nos genera temor repentinamente, como es el caso de los temblores, pero, ¿ en realidad funciona? Los expertos explican todo lo que debemos de saber.

Eduardo Calixto González, profesor de la Facultad de Psicología, explicó que cuando los humanos enfrentamos una situación amenazante o estresante de cualquier tipo se activa el sistema nervioso simpático, el cual está hecho para la lucha o la huida y es un condicionante fisiológico para poder hacer actividades sobre las cuales corremos, saltamos más o estamos preparados para luchar con un código de conservar la vida y no morir.

“En ese punto hay un cambio neuroquímico inmediato de mayor liberación de adrenalina por parte del cuerpo, noradrenalina en nuestro cerebro. Y esto involucra que entonces el metabolismo se acelera”, comentó el especialista.

“Cuando se activa este sistema, el cuerpo reacciona. El cerebro recibe normalmente 20 por ciento del torrente sanguíneo; en situaciones de miedo, hasta 25 por ciento, lo que significa que “tiene que exigir más consumo de glucosa que obtendrá del hígado, los músculos”.

Para el doctor en Neurociencias por la UNAM, el comer un bolillo o cualquier otro alimento nos otorga rápidamente la glucosa que el cerebro está demandando.

“Debo ser muy objetivo en esto, cuando nos asustamos, independientemente de lo que creamos, lo que pensemos y la edad que tengamos, el organismo inmediatamente genera adaptaciones en la vida. Cuando una persona en estas condiciones y en especial en ayuno genera esto, puede ser que la glucosa que se da por una harina, un pan, un pastelillo, un dulce o un refresco otorgue más rápido la glucosa y lo adapte”.

Sin embargo, el investigador señaló que esto funciona cuando alguien se encuentra en un ayuno prolongado, de ocho horas o más, pero cuando tenemos uno más corto, el hecho de tomar un refresco o un pan en situaciones de riesgo no afecta la llegada de la glucosa.

Un susto no causa diabetes

El profesor Eduardo Calixto apuntó que existe la creencia de que, cuando nos asustamos, tomar un refresco o dulce tiene consecuencias negativas, «incluso me puedo hacer diabético, cosa que tampoco es correcta».

«No en esas condiciones, pues las personas diabéticas no le deben el detonante de su enfermedad a un susto, sino que es una condición que normalmente incrementa la glucosa a nivel sanguíneo, que es consecuencia de un proceso de adaptación normal. En ciertas condiciones», aclaró.

La flora bacteriana influye

Aunque en muchas ocasiones se dice que el bolillo ayuda porque “absorbe la bilis”, en realidad, explicó Calixto, “cualquier alimento que llega al estómago cambia el pH y modifica la generación de acidez gástrica”.

El pan es uno de los elementos que podría funcionar, también la fruta, la fibra puede cambiar el pH, e igualmente la leche o algunos lácteos como yogurt. El asunto es que también la flora bacteriana está influyendo: quiere decir que además de lo que comemos también importa cómo conservamos la flora bacteriana.

El estado de salud de una persona importa mucho, pues “también hay una creencia sobre no comer aguacate cuando nos enojamos».

Eduardo Calixto indicó que cualquier alimento grasoso facilita la contracción de la vesícula biliar, que es un reservorio de bilis y cuando comemos grasa, se contrae, va al intestino y multiplicamos las grasas y podemos digerirlas. Un susto puede incrementar la salida de bilis y ésta se absorbe a través de la circulación hepática. Podemos presentar ictericia, y en casos extremos si una persona tiene sobrepeso, come grasas en exceso, los factores que componen la bilis pueden generar piedras en la vesícula, y un exceso de grasa puede llevar a una contracción muy fuerte, y generar una pancreatitis que requiera cirugía, e incluso puede llevar a la muerte”.

El experto añadió que “abrazar a las personas, generar certidumbre, tener la sensación de que vamos a estar bien en compañía de otro ser humano es muchísimo más fuerte y más fisiológicamente estable que un bolillo o un pan, porque hace que el cerebro libere más oxitocina, que es una de las hormonas que están con nosotros y nos acompaña a lo largo de la vida. Es la hormona del amor y la generación de apego. Por lo tanto, un beso, un abrazo genera certidumbre, hace que podamos atravesar las situaciones más difíciles. No cambia la realidad, pero acompañados nos recuperamos más rápido. Queda muy claro que una persona que va al hospital, visita a su familiar y convive con él, hace que se recupere más rápido”.

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