Mientras las alarmas resonaban en la capital ucraniana, Kiev, las fuerzas aéreas de Ucrania intensificaron sus ofensivas con una serie de ataques estratégicos dirigidos a blancos clave en la región rusa de Kursk. Según testigos locales, entre 12 y 15 explosiones impactaron un antiguo sanatorio convertido en centro de mando en Marino. Este ataque, respaldado por misiles de crucero franceses y británicos —Scalp y Storm Shadow—, se suma al bombardeo previo contra un arsenal en Briansk, ejecutado con misiles ATACMS estadounidenses.
Advertencias internacionales por un posible ataque masivo
En paralelo, la embajada de Estados Unidos en Kiev emitió un comunicado advirtiendo sobre un «ataque aéreo significativo» el 20 de noviembre. Esta alerta fue replicada por la embajada de España, que suspendió operaciones ese día, recomendando a los ciudadanos españoles en Ucrania que extremen precauciones y mantengan acceso a refugios. Embajadas de países como Italia, Grecia, Portugal y Canadá también optaron por cerrar temporalmente ante el incremento del riesgo.
Las amenazas rusas se centran en posibles ataques contra «centros de control» en Kiev, un barrio gubernamental fuertemente resguardado donde se ubican la oficina presidencial de Volodimir Zelenski y otras sedes diplomáticas. Este sector, protegido por estrictos puntos de control, se mantiene inaccesible salvo para residentes y personal autorizado.
Acumulación de armas rusas y tensiones con la OTAN
Las fuerzas rusas han reducido la frecuencia de sus ataques de largo alcance en los últimos meses, concentrándose en la renovación de su arsenal con misiles balísticos y de crucero, incluyendo provisiones de Corea del Norte y drones iraníes. Según informes ucranianos, Moscú ha acumulado misiles Kh-101, Kalibr y otros proyectiles para realizar una ofensiva combinada contra Ucrania.
En una reciente entrevista, Serguei Naryshkin, jefe de inteligencia exterior rusa, advirtió que Rusia podría tomar represalias contra países de la OTAN que faciliten ataques con misiles de largo alcance en territorio ruso. Estas declaraciones se producen tras los recientes ataques ucranianos con misiles ATACMS, autorizados por la administración Biden.
Impacto humanitario y respuesta defensiva
El último fin de semana, Rusia lanzó un ataque masivo con 120 misiles y 90 drones contra la infraestructura eléctrica ucraniana, dejando un saldo de siete muertos y graves daños al suministro energético. Ante la inestabilidad, la embajada estadounidense en Kiev instó a sus ciudadanos a prepararse para la posibilidad de cortes prolongados de electricidad y agua, recomendando acumular alimentos, agua y medicamentos esenciales.
Durante la noche más reciente, las fuerzas aéreas ucranianas interceptaron 56 drones y dos misiles rusos, según las autoridades locales. Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso reportó la interceptación de 44 drones ucranianos, incluidos tres sobre la región de Belgorod.
Escalada en la retórica nuclear rusa
El presidente ruso, Vladimir Putin, aprobó recientemente un documento que reduce el umbral para el uso de armas nucleares en caso de ataques convencionales contra Rusia. Aunque el ministro de Asuntos Exteriores de Francia desestimó estas modificaciones como «retórica», las tensiones internacionales siguen escalando. A su vez, medios estadounidenses afirman que la administración Biden aprobó el suministro de minas terrestres antipersona a Ucrania, una decisión que podría añadir complejidad al conflicto.
Propuestas de negociación y exigencias territoriales
Según fuentes citadas por Reuters, Putin estaría dispuesto a negociar un alto el fuego con Donald Trump, pero insistiendo en mantener los territorios conquistados. Rusia busca una división formal de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, anexadas en 2022, aunque estaría dispuesta a ceder pequeñas franjas de territorio en Jarkiv y Nikolaev. Sin embargo, estas demandas son incompatibles con las aspiraciones de Ucrania de unirse a la OTAN y recuperar su soberanía territorial.
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